Poema presentado el día 6 de Diciembre de 2007, en el homenaje a Oscar en la Sociedad Médica del PAcífico.
AL ESTE FELIZ DEL PARAISO
El silencio es el resplandor de la luz y de las aguas.
La música como un águila parece ascender a lo más alto la estepa
y alguien susurrando bajo se pregunta:
Quién invitará a la fiesta?
Después de un breve destello viene la palabra.
Soy yo, no podía irme sin antes verlos,
estoy haciéndome más etéreo, más espíritu,
aprendíz de largo viaje de la eternidad,
estoy ahuyentándome, inclinándome,
acercándome hacia el instante que precede a mi devenir,
despojándome de toda sombra,
renaciendo con la risa de los siglos.
Puedo pasar a través de las rocas y las puertas
puedo andar descalzo sobre flores y sobre espinas
siento la arena del desierto y el oasis de los bosques
siento los peces y las algas de los mares
siento la ciudad dorada y las palpitaciones del insomne
estoy en cada estrella titilando
en torno a una serenata de conjuros y de magia
Siento todas las temperaturas
y de todas la más tenue
la más armoniosa está conmigo.
Tengo aún el temblor que me ha liberado
de mi condición habitual
pero como un hombre,
que aún nostalgia el vértigo mortal
en mis últimos suspiros, en mis últimos deseos,
quise verlos.
Y he llegado aquí y mi ser se regocija.
Aún arrastro el perfume de las flores del jardín de este mundo,
aún permanece en mí el olor grato de esta tierra.
El viento sopla
el doble canto de la despedida y la bienvenida
y la noche arroja el perfume de sus aguas
de sus fuegos y su frenesí.
Cuando vuelva un nuevo nacimiento
quiero vivir tal como viví en la esfera del tiempo
sin mirar la arena del reloj
escuchando la voz del río que me llama
aferrándome a la tierra
y volando en la levedad de una pluma
contemplado sus árboles
y sus frutos dulces y salados
sus aguas fluídas, sus aguas quietas,
sus ángeles, sus burdeles,
sus amigos,
los que respiran el aliento de la tierra en eclosión,
los que escuchan, los que cantan, los que callan.
El tiempo es un abismo
el tiempo es un círculo.
Una congregación de pájaros
susurra la canción que siempre recordaremos
Un caballo blanco relincha dulcemente
y el jinete que lo galopa despierta en la estación perenne
de la escarcha a la plenitud en la fe de la ebriedad
al este feliz del paraíso.
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