A veces es bonito pensar que cuando se cuenta una historia uno puede decirse a si mismo "yo estuve ahí". Bien escuchando la Elegía a Ramon Sije donde se ven las imagenes de Oscar y leyendo al historia de Oscar y la visita de Serrat a Cali hoy recordaba que yo había estado allí la noche anterior, y que talvez la cosa que yo mas aprecié de Oscar la descubrí esa noche: la capacidad de hacer feliz a todos sin darle gusto a nadie.
Estabamos en la casa de Oscar despues de una peña de Sahit cuando se nos apareció Mercedes y con ella dos individuos: un uruguayo, José, y un holandés, creo de nombre Hans. Ambos venían de una presentación en un teatro y conversando, conversando supimos que eran dos músicos de la orquesta de Serrat: uno percusionista y el otro pianista
Mientras Oliva estaba en la cocina en la cocción de un criollísimo plato y nosotros en la redonda mesa blanca, Oscar, con el poder que le otorgaba estar cerca del equipo de sonido y al teléfono, mientras remojaba la palabra, trataba a José y a Hans como dos huéspedes más. De un momento a otro Oscar empuñó la guitarra y entono "Vagabundear" no sin antes advertir que la razon por la cual el iba a cantar la canción no era porque Jose y Hans estaban allí, sino porque realmente le daba gusto cantarla. José entendio el mensaje y lo apreció prometiendo a Oscar que al otro día iba a pasar con Serrat por su casa.
Jose y Hans cumplieron su promesa, a Oscar le quedo el guayabo de no haber conocido a Serrat y a Serrat la sublime curiosidad de no haber conocido a Oscar.
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