Epitafio que había propuesto Fabio Echeverry para Oscar

"Aquí yace quien en vida, ni durmió, ni dejó dormir"

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miércoles, 16 de enero de 2008

Cuentico de Oscar Vargas - PIO

Rubencho, Albita, Tere y Carlos Humberto.

Hace algunos años, no se cuantos, conocí por uno de esos inesperados y encantadores hechos fortuitos de la bohemia, a este personaje de novela no rosa, que fue Oscar Vargas. En eso ustedes tuvieron la dulce culpa para que yo accediera a su amistad. Este vínculo maravilloso con Oscar, simplemente se dio la mayoria de las veces, cuando yo humilde expectador oia su cantar, la mayoría de las veces hasta el amanecer, esperando impacientes que el licor se acabara o que Albita u otro anfitrión nos echara. Fuera del respeto y el cariño de una buena amistad y el tenerlos a ustedes de testigos y de alcahuetas; nos unía una triste complicidad por un amigo mutuo que hizo valijas hace muchísimo mas tiempo pero que cada que lo recordabamos nos exprimía el corazon y tratabamos de revivirlo a punta de nostalgia, de guaro y de canciones. Me refiero a Nestor Fernandez (Tinas), a quien los dos queríamos como un hermano. Ademas yo sabía que una vez construída esta cadena complice para recordar al amigo, garantizaba con el egoísmo y el chantaje mas tierno y justificado que Oscar me cantara "convergencia" y "mucho corazon". Le agradecía ademas que me contara el contexto y la historia de las canciones, porque sabía que me repetía la misma historia en una version mas espontanea y mas erudita que la anterior. Oscar era un cantaor ilustrado, picante y con una gracia infinita. Siempre me entusiasmo que en su fuero interno y en la historia mundana de sus dias, tuviera una version libre del mundo y una consecuente mirada humanista de la vida. Se nos fue por el corazon porque su cuerpo no lo pudo contener. Era eso,corazon y guitarra.
Alla lejitos en el entarimado de Frascuelo, empezo la nueva rumba con Tinas, Memo y el Topo y la primera voz y guitarra: Oscar Vargas.
Un abrazo
PIO
Pd: adjunto un cuentico que le escribi a Oscar de una de sus propias anecdotas como en el año 2000.

VARGAS
Como personaje de novela que es, Oscar Vargas, con su talante de payador y su cuentistica que alborota las reuniones, se le ocurrió decir lo que décadas atrás le sucedió como estudiante universitario. Después de oír el relato y conociéndolo a él, podría abrir un concurso en el sentido de apostar si la historia realmente le pasó, fue su invento o la conoció en alguna de sus noches bohemias y cantadoras.
Era mas joven y supongo que tenia una cabellera mas abundante, abdomen menos pronunciado, y cuando dentro de su rutina de estudiante, en una calle del barrio Obrero, a las 8 de la mañana, le puso la mano a un bus urbano para ir a la universidad. Tenía en su bolsillo dos billetes, uno de peso y otro de cien. En medio del desorden que caracteriza la entrada al bus y el paso por la registradora, Oscar pago al conductor y muy cerca del mismo se agarro del pasamanos que tienen los buses para los pasajeros de pie. En un recorrido normal, donde la gente entra y sale, el chofer, varias veces preguntaba por el pasajero de la devuelta y Oscar, ensimismado en su sueño despierto de estudiante y músico, solo atinaba a pensar que una devuelta, cualquiera que fuese, le compensaba al conductor el esfuerzo de un trabajo demoledor que empieza a las 4 de la mañana y termina a las 8 o 9 de la noche del mismo día. Una cuadra antes de bajarse y viendo que nadie reclamaba el vuelto, Oscar llevado por un sentimiento de solidaridad con el chofer, de viva voz, le increpó, diciéndole que se quedara con ella. Bajó del bus y cuando ya tomaba camino de la Universidad, recordó que debía comprar unas conferencias y acto seguido registró en su bolsillo el billete de cien que le quedaba. Cuando observó que el billete que tenia no era de cien sino de peso, un río de sangre caliente le subió a la cara y maldijo con la rabia de un guitarrero al que le rompió una cuerda en pleno concierto. Efectivamente, Oscar pagando uno de sus karmas, había cancelado el bus con el billete de cien y no había reclamado su devuelta.

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